Alas a los Cisnes, o de cómo la música hizo al silencio

Como cada domingo, el Taller Coreográfico de la UNAM se presentó en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario.

Fue sorprendente, a la vez que gratificante, ver tanta gente formada para adquirir boletos y ver la versión de Gloria Contreras del ballet de Tchaikovsky: El lago de los Cisnes.

El programa dio inicio con una sinceramente floja de La Noche de los Mayas, de Silvestre Mi Amor Revueltas. No culpo ni tantito a los bailarines: Revueltas tiene un lenguaje muy complejo. Sin embargo, siento que podrían haber entendido la fuerza de la pieza con sólo escucharla (no oírla, escucharla). ¡Tiene una energía inmensa!.

Luego vino el Danzón #2 del Mtro. Arturo Márquez: Les hace falta una visitadita a la Plaza de la Ciudadela. Se nota a millas náuticas que la concepción de Gloria Contreras sobre esa pieza era maravillosa -¿hay alguna que no lo sea?-, pero los bailarines me quedaron a deber, y bastante. No niego que fue bonito a ratos, pero esperaba mucho más por el carácter de la música. Como quiera me caen muy bien.

PERO, no todo fue malo: ¿CÓMO DEJAR DE VERLOS EN ALAS A MALALA?.

¿Se acuerdan de Malala Yousafzai? Un talibán la atacó a plomo por el simple hecho de exigir su derecho a la educación. Estuvo al borde de la muerte, y gracias a la pericia de sus médicos y al universo continúa con vida (para fortuna de muchos). En 2014 recibió el Premio Nobel de la Paz, y donó el dinero para hacer escuelas en Pakistán. Arturo Márquez escribió Alas, y se lo dedicó. Contiene un poema al final que apela a dotarla de estos instrumentos para que pueda llevar su mensaje al mundo, y reconociendo que su pluma y sus letras han sido su contribución al desarrollo humano y a la sociedad, tan alejada de Mozart Dios y tan cerca de los Políticos y la televisión de mala calidad, altos presupuestos y casas en Lomas de Chapultepec.

Pues, para seguir con los homenajes, Gloria Contreras decidió tomar Alas y ponerle una coreografía por demás interesante, llena de energía y pasión a su más puro estilo. Es sumamente difícil despegar los ojos del escenario un momento, y parpadear se vuelve tan complicado… ¡La ejecución fue impresionante! Me merece todos los adjetivos calificativos positivos que se puedan encontrar (échenle una ojeadita al diccionario, no sean malitos).

No hubo mejor momento para el intermedio: Todos necesitábamos recuperarnos de la hiperventilación que nos produjo Alas. Ahora mismo pienso que no debimos dejar de aplaudir hasta que la repitieran, pero viene a mi mente enseguida un «no seas manchado, interpretar con tanta fuerza en serio que cansa». La Sala Covarrubias se desbordó en aplausos y todos salimos a buscar el aliento perdido.

También perdimos el tiempo, puesto que lo volveríamos a perder en suspiros y exclamaciones contenidas con lo que pasó después del intermedio. Llegó la hora de El lago de los Cisnes y la gente esperaba impaciente en sus butacas. Me gusta quejarme, así que comper:

La interpretación de los elementos del TCUNAM fue excelsa, maravillosa, impecable, majestuosa, virtuosa, por demás aplaudible. Todo iba perfecto hasta que dos pequeñitas a espaldas mías empezaron a preguntar, voz en cuello, por cada detalle que pasaba en el escenario: «Mamá, ¿por qué la carga? ¿Y por qué hace eso? ¿ese es el bueno o el malo? ¿Lo van a castigar? Qué bonitos vestidos traen, papá. ¿Vamos a ir a comer a la casa?». Lo peor no se hizo esperar, pues un par de tiernas pataditas percutieron el respaldo de mi butaca, haciéndome expulsar un suspiro de enfado.

Señoras y señores, por lo que más quieran: CONTROLEN A SUS HIJOS. Aplaudo, y de pie, el hecho de que los lleven desde pequeños a espacios donde se ejecuta el arte porque es un excelente comienzo, pero la educación artística -por no meternos con la social- se da en casa.

Es necesario que trabajemos la abstracción con los pequeños del hogar desde que sea posible, puesto que es la única forma de que entiendan muchas expresiones del arte.

No me odien, tampoco me las comí con la mirada. Sencillamente volteé y les dije (anoten, que el tip les puede funcionar): «¿Les doy un consejo? Estas cosas del ballet pueden ser muy complicadas, y la mejor manera de entenderlas es poniendo mucha atención a la música. Ella les va a contar la historia porque, como no está escrita, es posible que mamá y papá no la conozcan. Hay que estar muy calladitas y atentas a la música«, y terminé mi perorata con una sonrisa. SANTO REMEDIO. La mamá me dio el avión, pero las niñas hicieron un poquito más de caso y pude disfrutar tranquilamente el resto de la función.

No seamos ogros. Si mi respuesta hubiera sido un estrepitoso y agresivo «Señora, calle a sus engendros del demonio» muy seguramente la respuesta de la mamá no hubiera sido agradable, y mucho menos su experiencia. Si acostumbramos ir a Salas de Concierto, al Teatro, al Cine, etcétera, seamos lo más amables posibles sin dejar de ser firmes. Así garantizamos que esa gente no abandone su interés artístico (Y que en el camino se eduquen).

Terminado mi amargo suplicio felicito una vez más al Taller Coreográfico de la UNAM, al tiempo que agradezco la invitación con que me regalan cada domingo. Así mismo, les invito a no perderse las funciones de este fin de semana, cuya información podrán encontrar en el timeline de Mexicana de Arte Pro Juventud. ¡#TenemosBoletos!

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