Ovaciona Bellas Artes la Resurección

En un concierto energético, vibrante y que erizó la piel de más de uno, la Orquesta Sinfónica Nacional brilló enormemente con la Sinfonía 2 de Mahler.

Luego del Concierto para Piano Nº 24 de Mozart en la majestuosa interpretación de la argentina Ingrid Fliter, el Coloso de Mármol recibió la voz del Coro del Teatro de Bellas Artes -con Paulo Lourenço como huésped-, la soprano Gabriela Herrera y la Mezzo-Soprano Guadalupe Paz, quienes en conjunto con la orquesta dirigida por Carlos Miguel Prieto hicieron retumbar cada rincón del conjunto diseñado por Adamo Boari.

No hay desperdicio. Cada minuto del concierto fue brillante, grandilocuente, espectacular. La batuta del titular de la OSN generaba en el espectador momentos de emoción indescriptibles, las intervenciones de cada una de las voces hacían que las lágrimas de gozo y la pasión anegaran las butacas y los ojos del público, un torrente de emociones que se tradujeron una amplia ovación en ambas fechas del arranque de temporada.

La Resurrección fue motivo de aplausos, de emoción, de sensaciones a flor de piel. Es, per se, una pieza vibrante y brillante. Sin embargo, es necesaria una gran ejecución para hacerla lucir y darle justicia al mensaje simbólico que guarda en relación con la primera. Parte de un conjunto de majestuosidades como es la producción sinfónica de Mahler, cumple con el fin espectacular que puede verse en cada una de ellas.

Lo logró la Sinfónica Nacional: Mahler debe sentirse orgulloso y ellos también.

¡Que sigan los aplausos de pie!

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