Nunca he entendido las diferencias de género en la ópera: Verónica Villarroel

En exclusiva, la diva chilena de la ópera conversó con Mexicana de Arte• sobre su amplia trayectoria y cómo la música la buscó hasta convertirla un ícono latinoamericano del bel canto.

«Tengo 38 años de carrera, desde 1980 hasta ahora he presenciado muchas cosas», apunta la diva. «Creo que el mundo está cambiando, ahora está abriendo los ojos para aceptar a la mujer como un ser igual al hombre».

La gran soprano chilena no ve pies ni cabeza para el machismo en el medio operístico. «Siempre ha habido diferencias de género pero nunca he entendido por qué existen, es algo muy injusto«, comenta en exclusiva. «La fuerza y presencia de la mujer tiene que ser más reconocida y aceptada como igual en la industria«.

Sobre sus inicios, recuerda que no tenía en mente ser cantante de ópera. «Después del colegio decidí estudiar publicidad, pero sin ninguna convicción de eso. No estudié para ser cantante, pero las oportunidades se me fueron dando«. Tres años después de iniciar la carrera de Publicidad, el padre de Verónica sufrió un infarto y su panorama cambió completamente. «Comencé a vender productos de limpieza de puerta en puerta, no sabía lo que iba a pasar», señala. Una compañera suya fue quien la invitó al coro de un colegio gracias a su habilidad artística y fue ahí donde le dijeron que el Coro de la Zarzuela necesitaba voces. «Yo no sabía lo que era zarzuela, pero la posición de corista significaba una dinero extra. Como siempre he sido buena para imitar sonsonetes españoles, el grupo decidió darme roles de solista. Hice muchas obras».

El bel canto llegó por «el señor que hacía todo en el teatro», como lo recuerda la Diva. «Me dijo que había un anuncio en el periódico: Necesitaban sopranos para el coro de la Ópera y él pensaba que yo podía presentarme y cantar«. Aún sin saber ópera, decidió acudir al Teatro Municipal de Santiago y audicionar con zarzuela. «Me seleccionaron para el Coro del Teatro y fue una gran noticia para mi familia porque era un salario estable».

Con el tiempo recibió muchas recomendaciones sobre audicionar ante la dirección del Teatro para ser solista en la Ópera Nacional de Chile. «Me pasaron un casete con arias famosas y aprendí de oído Ritorna Vincitor, de Aída«. La audición llegó, el director la llamó. «Me dijo: «Sé que usted no estudió canto, sin embargo le voy a dar un co-primario llamado Musetta en La Bohème, va a compartir con Renata Scotto y Giacomo Aragall». No sabía quiénes eran ellos, sin embargo significaba un ingreso extra», recuerda con una amplia sonrisa.

Nuevamente de oído, aprendió Musetta y debutó junto a Scotto, quien la tomó como ahijada artística y consiguió becas para que ingresara a The Juilliard School. «Me ayudó mucho que ella me amadrinara, porque en Juilliard no se acepta gente que no haya estudiado música«. Gracias a la intervención de la gran diva italiana, Verónica ingresó a la que es considerada como la mejor escuela de música del mundo y convivió con diversos talentos mexicanos como Fernando de la Mora, Regina Orozco, Armando Mora, entre otros.

Villarroel fue ganadora del Concurso Internacional de Canto Luciano Pavarotti en 1988 y al año siguiente las Audiciones del National Council del Metropolitan Opera House. «Ahí empezó mi carrera internacional cantando por todo el mundo, pero no fue una carrera como debía ser», apunta la diva chilena. «Yo creo que uno debe estudiar, tener una base y yo no la tenía. Todo se me fue dando«.

«Cuando uno es joven tiene miedos. Estás expuesto a la crítica, a los roces con compañeros y a veces encuentras envidias y situaciones que no corresponden al arte sino al poder. Es ahí donde la mujer tiene que defenderse a sí misma, yo me encontré en esa situación y son poderes muy fuertes y uno tiene que decidir».
—Verónica Villarroel

En la construcción de su carrera, Villarroel rechazó varios roles porque no correspondían con su edad. «Ellos escuchaban una voz con color, pero yo tenía veintialgo años. Me ofrecían Butterfly a una edad muy temprana, pero yo pregunté a mi profesora de Juilliard y a Renata Scotto y ellas me dijeron que sería muy peligroso aceptar muchas cosas en mi edad temprana, no tendría la longevidad que tengo ahora. A los managers no les interesa cuidar una voz, ahora les interesan otras cosas», remarca la soprano. «Antiguamente había protección, decían «esta cantante va a tener en unos años este estilo por la edad, la experiencia» y empezar a hacer una carrera pausada y longeva. Joan Sutherland cantó más allá de los 67 años».

«Los tiempos han cambiado, ahora es más difícil decir que no», considera la soprano. «Las artes y la cultura siempre han sido menos apreciadas y son más castigadas económicamente desde finales de los 90’s». Desde su perspectiva, las dificultades se deben a que actualmente es más difícil llevar al público al teatro, «porque es caro, porque es elitista, porque hay que crear nuevas audiencias. Entonces el artista, en general, tiene menos dinero y los teatros programan regularmente óperas que son más populares, sin embargo son roles de más envergadura y el cantante joven que necesita tiempo para madurar y aprender técnica y expresión está al 100% de velocidad. Como hay menos dinero, aceptan lo que los teatros proponen para tener público«. De este modo, sus carreras tendrán menos persistencia por el desgaste propio de roles que requieren posibilidades vocales impropias de la juventud. «Yo alcancé a vivir lo último de los años de oro de la ópera, he visto la transición. Sigo cantando, sigo enseñando y me conecto con gente más joven. Veo lo difícil que es».

Verónica Villarroel es considerada la gran diva de la ópera en Chile y Latinoamérica. Con casi 40 años de carrera, ha pisado los más importantes escenarios del mundo junto a primeras figuras. Adicionalmente preside la fundación que lleva su nombre, a través de la que ofrece programas para cantantes de todas las edades ya sea para construir una carrera o para ser felices, como ella misma lo define.

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