Ayer vivimos la función L’estro Armónico en la Sala Miguel Covarrubias del Taller Coreográfico de la UNAM.
Es grato ser parte de eventos de este tipo, majestuosamente bien diseñados y ejecutados. Vivimos un maravilloso homenaje a Gloria Contreras.
Iniciamos con «Casi una fantasía», inspirada en la «Sonata Claro de Luna», interpretado por 5 varones. La fuerza, formas y figuras de cada movimiento hacen vibrar al espectador. Las miradas de los bailarines atraviesan el alma y mueven a fondo los sentimientos.
No hace menos «Variaciones sobre un tema de Corelli», que Contreras tradujera en «Danzas de Rachmaninov». 3 bailarinas en escena te hacen disfrutar la expresión y sentimientos del ruso, interpretados muy plenamente. Es una mezcla maravillosa.
Seguimos con un muy bien elegido puente: Nereidas. ¿Qué mejor manera de pasar del torrente de emociones del ruso a la belleza barroca de Vivaldi?
Una ejecución preciosa, precisa, vívida, emocionante, llena de pasión. Dos seres ardiendo en rojos y naranjas con una silla como testigo mudo de sus instintos, provocados en el Nereidas. Debo decir que quedé prendado de la música de Pérez Dimas, y en buena parte el lazo lo tiende en esta función la interpretación del elenco del TCUNAM. Lograron una transición preciosa y llena de fuego entre el torrente de emociones que vivimos con Rachmaninov y la delicadeza prodigiosa que viene con el barroco de Vivaldi.
Sobre L’estro armónico… Simplemente sublime… Fuerza, forma, estructura. Cada movimiento logra capturar y hacerse uno con el espectador, dejarte con ganas de más. Todas las figuras del número son perfectas, fluyen y se extienden con los brazos y piernas de cada intérprete. «Las puntas no son un medio de lucimiento, sino de extensión del cuerpo», y no se equivocan. ¡Sus extremidades no tenían fin!
No puedo hacer menos que agradecer al alma creativa de Gloria Contreras, que sigue entre nosotros a través de su arte, y a todo el equipo que hace posibles las funciones del TCUNAM.
¡Brava, Gloria!
Fotos: Cortesía TCUNAM