Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía

Mexicana de Arte | Diciembre.jpgMéxico, 2019: Según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta octubre de este año se han cometido 809 feminicidios distribuidos en 365 municipios del país, entre los que destacan Monterrey (NL), Culiacán (SIN) y Juárez (CHIH). La Organización de las Naciones Unidas advirtió que, en promedio, 9 mujeres son asesinadas al día en nuestro país y 8 de cada 10 se sienten inseguras. El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, mientras miles de ellas exigían seguridad, Abril Pérez era asesinada por sicarios enviados presuntamente por su ex-esposo al salir de estudios médicos que él mismo solicitó. La violencia tenía antecedentes: Abril solicitó el divorcio luego de que él intentara matarla con un bate de baseball mientras dormía. Esto le pareció poco a un juez, que lo liberó bajo el argumento de que “si la hubiera querido matar, la mata despierta, no dormida”, estimando el juzgador que “un bate es un juguete”.

En medio de este ambiente de inseguridad, las mujeres han tomado las calles en diversas ocasiones exigiendo lo mínimo humanamente exigible: Respeto a sus vidas. Los años de vejaciones, de temor, de humillaciones contra su género derivaron en lo inevitable cuando de protestas se trata, los destrozos. Es ahí donde “las buenas conciencias se escandalizan y apuntan con el dedo lamentándose más por el patrimonio “dañado” que por las miles de vidas que se extinguen en manos de la toxicidad propia de las costumbres machistas más arraigadas, como la cultura de la violación.

Esas mismas mujeres, las que ya están hartas y desquitaron toda la rabia acumulada por siglos de violencia en su contra desde todas las aristas que puedan imaginarse, protestaron el todo el mundo emulando una canción nacida en protestas chilenas, “Un Violador en tu Camino”, que emula el lema de los carabineros “Un Amigo en tu Camino”. Con directas frases como “Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía” y “El violador eres tú”, sus voces resonaron en plazas públicas de diversas ciudades en una exigencia clara: el alto a la violencia machista en su contra, que nos ha arrebatado no sólo vidas, sino la tranquilidad.

LA RESPONSABILIDAD MASCULINA

El Violador eres Tú. Milenio
FOTO: Milenio

La cosa no es fácil. La tarea para los hombres –y la sociedad en general– es reconocer no sólo los tan mentados micromachismos en los que ineludiblemente se puede caer sin apenas notarlo, sino el combate frontal a las arraigadas costumbres. Toca decir “alto” cuando somos testigos de acoso o abusos; toca ser eco de las peticiones femeninas –y de todas las víctimas de la violencia machista, como la comunidad LGBT+–; debemos crear política pública acorde a las nuevas realidades, políticas públicas que obliguen a todos los individuos –de todos los sexos– a respetar a todos los géneros sin miramientos por el simple hecho de ser humanos; toca criar para la igualdad, inculcando en las nuevas generaciones el respeto al otro, la empatía y todos esos valores que predicamos cuando se trata de ser “históricamente correctos”, pero que con suma facilidad se nos olvidan al hablar de feminismo.

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MACHISMOS FEMENINOS

Es común últimamente escuchar mujeres diciendo que el feminismo no las representa, pero vamos a ver: ¿realmente creen que no las representa? Si así fuera, ¿cómo creen que obtuvieron el reconocimiento de su derecho a opinar? ¿Por generación espontánea? Seamos justos con la historia: Miles de mujeres –y varios aliados, porque de justicia e igualdad es de lo que hablamos– han luchado hombro con hombro para lograr que hoy las mujeres no sólo opinen libremente, sino que tengan personalidad jurídica, derecho de asociación, ¡voz y voto!. Resulta sumamente triste creer que todo ha sido tan cómodo como lo es ahora, que hemos llegado al punto buscado siendo que aún estamos tratando de ubicarlo y trazando las rutas críticas para acercarnos un poco más día con día.

Aunado a los homicidios dolosos (2,309 hasta octubre de 2019), las mujeres asesinadas en este año suman ya 3,118 a lo largo del territorio nacional según consta en las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública

LA CANCIÓN

El estribillo que todos tenemos en la mente –y que ojalá nos quede marcado para siempre– es un eco chileno que resonó en todo el mundo. Y es que a los juzgadores –y la sociedad erigida como uno– les parece facilísimo señalar a una mujer víctima de violencia sexual por “dónde estaba, ¿qué hacía ahí?”, “traía una falda minúscula, salen vestidas suplicando semen (eso lo escuché personalmente, de un hombre jovencísimo)”, indicando que ellas son culpables de la agresión. Por eso es importante que nos quede bien claro: Y la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo vestía: El violador eres tú. Y es que, no nos hagamos los tontos: No las violan por borrachas, ni por fiesteras, las violan porque son violadores y ya está. El abuso sexual o aprovecharnos de alguien por su estado etílico es algo que ni siquiera debería pasarnos por la mente, y si en algún momento lo cometimos debemos asumirlo y buscar resarcir (lo digo con conocimiento de causa).

Las sentadillas, que tanto llamaban la atención mientras se señalaba a los históricos cómplices de la violencia de género en “Un violador en tu camino”, tienen un importante antecedente en Chile: Las mujeres, al ser detenidas en las protestas, son desnudadas y obligadas a hacer ese ejercicio según fuentes chilenas.

PUNTUALES PRECISIONES

Cabe señalar que “las instituciones que integran la Conferencia Nacional de Procuración de Justicia deberán considerar como delito de feminicidio la conducta ilícita consistente en “privar de la vida a una mujer, por razones de género”. Entendiendo que existen 3 razones de género cuando en la privación de la vida de la mujer se presente alguna (o algunas) de las siguientes circunstancias:
I. Exista o haya existido entre el agresor y la víctima una relación de parentesco por consanguinidad o afinidad, de matrimonio, concubinato, noviazgo o cualquier otra que implique confianza, subordinación o superioridad de la que se haya valido;
II. Exista, o haya existido, entre el agresor y la víctima una relación sentimental, laboral, escolar o cualquier otra que implique confianza, subordinación o superioridad y exista antecedente documentado de violencia;
III. La víctima presente signos de violencia sexual de cualquier tipo;
IV. A la víctima se le hayan inflingido lesiones infamantes, degradantes o mutilaciones previamente a la privación de la vida, o presente marcas infamantes o degradantes sobre el cadáver, necrofilia, o éste sea mutilado;
V. Hayan existido amenazas, acoso o lesiones del agresor en contra de la víctima, o misoginia;
VI. El cuerpo de la víctima sea expuesto o arrojado en un lugar público;
VII. La víctima haya sido incomunicada previo a la privación de la vida;
VIII. La víctima se encuentre en estado de gravidez y ese haya sido el motivo del hecho; y,
IX. Todas aquellas circunstancias que no hayan sido descritas pero que sean consideradas en las legislaciones penales federales y estatales” (Lineamientos para el registro y clasificación de los presuntos delitos de feminicidio para fines estadísticos, Conferencia Nacional de Procuración de Justicia).

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