Los (más de) tres idiomas de Suiza

Suiza tiene 3 idiomas oficiales y 4 lenguas nacionales: El francés, el alemán, el italiano y el romanche, una lengua suizoalemana que se habla en el este del país, en Grison, por apenas el 0.5% de la población y agrupa unos 20 dialectos o variantes lingüísticas. Esto abunda a la comprensión de la diversidad que permea la sociedad helvética desde la raíz pues conviven entre ellos en la cotidianidad.

“Siempre estamos en contacto con los tres idiomas. Por ejemplo: en los supermercados, en la caja de leche dice milch en alemán, lait en francés y latte en italiano”, señala Anita Müller, Agregada de Asuntos Políticos y Sectoriales de la Embajada de Suiza en México, quien nació en la parte germanoparlante del país —como la mayoría de la población—. “Puedes hacer la vida en tu idioma pero tienes contacto constante con los otros. En la escuela, desde la primaria, aprendemos francés. El sistema es distinto en cada cantón pero sí se pone mucho énfasis en aprender otro idioma oficial para que al menos de forma pasiva se pueda usar”.

“Todos los suizos crecimos con la percepción de que vivimos en un país plurilingüe, que aprender otro idioma es algo importante, natural. Por ejemplo: Yo soy de Ginebra, pero si quiero visitar la capital —Berna— debo saber otro idioma (el alemán)”, considera Léo Trembley, Jefe de Misión Adjunto. “Creo que es una ventaja para los suizos, hay regiones que son desde un inicio bilingües”.

“Normalmente en los cantones francófonos se aprende el otro idioma más usado, el alemán, y a la inversa en los germanoparlantes” tal como explican los funcionarios helvéticos. Friburgo es la frontera lingüística de Suiza, “cruzas un puente y la lengua es distinta”, apuntan. “El romanche es el único idioma suizo que no se habla en otro país, por eso tiene ese perfil particular. Hace algunos años se tiene un debate en el que algunos cantones de la parte alemana quieren enseñar el inglés como lengua extranjera porque, a nivel mundial, tiene más impacto pero esto puede ser un desafío porque si alguien quiere hacer una carrera a nivel nacional, ir al parlamento, acudir a una oficina del gobierno, debe tener un manejo mínimo del alemán. Es un tema siempre en movimiento”, comenta Trembley.

“Me parece muy interesante que en México, cuando uno dice dialectos se refiere a las lenguas indígenas que en realidad no son dialectos, son lenguas

Anita Müller, Agregada de Asuntos Políticos y Sectoriales de la Embajada de Suiza en México

Nosotros tuvimos también ese debate (en la parte germanófona). Aquí aprendemos el alemán estándar como segunda lengua porque, aunque es la lengua oficial, hablamos dialectos del alemán: el suizo-alemán”. Esta variación no es una sola: cada cantón tiene su propia variante que no tiene una ortografía unificada y “lo escribimos como lo hablamos, pero cuando hay que escribir algo oficial usamos el alemán estándar”.

“Me parece muy interesante que en México, cuando uno dice dialectos se refiere a las lenguas indígenas que en realidad no son dialectos, son lenguas”, puntualiza Müller. “Un dialecto es una variación de la lengua que no es suficiente para formar otra lengua” y, desde su perspectiva, este no es el caso. “En Suiza estamos muy orgullosos de tener 4 idiomas, pero tenemos mucha humildad cuando nos enteramos que México tiene 69 variantes lingüísticas”, abona Léo.

Se calcula que, aproximadamente, 22.9% de los suizos hablan francés, 62.6% alemán, 8.2% italiano y sólo 0.5% romanche.

“Algo muy interesante es la coexistencia pacífica de todos los idiomas (en Suiza)”, señala Trembley. “Esto tiene que ver con que el sistema federal da muchas competencias a los estados. También con que, además de los idiomas, tenemos otras diferencias que hoy en día no están tan marcadas pero que en el pasado jugaron un papel importante”, lo que generó unificación en su comunidad. “El idioma es diferente pero los otros rasgos son similares”. Eso pasa también hacia los países con los que comparten idioma pues encuentran diversas similitudes —no sólo lingüísticas—, pero sin perder el espíritu de unión y los valores compartidos que hacen de Suiza una federación sólida. “Frecuentemente pensamos en el país”, comparte Anita. Esto, en sus perspectivas, permea en la política y la hace llevadera gracias a que hace patente la importancia —y tradición— del respeto al otro motivando una buena convivencia entre los cantones y sus habitantes.

Otra lengua —u otras— que se difunde silenciosamente por todo el territorio helvético es la Lengua de Señas. En Suiza existen al menos tres lenguas de señas: la alemana, la italiana y la francesa que pretenden volverse oficiales. Existen además 5 dialectos regionales de acuerdo con el portal Swiss Community. Estas podrían ser utilizadas por al menos 1 millón de personas con discapacidad auditiva, de las cuáles más de 10,000 nacieron con sordera permanente.

La información de las lenguas de señas no está propiamente difundida. Es fácil, por ejemplo, encontrar el Instituto para la Lengua de Señas Alemana y la Comunicación de los Sordos de la Universidad de Hamburgo (Alemania) y conocer su oferta pero se complica un poco con el italiano y el francés. Dentro del territorio suizo el conocimiento de su existencia es poco o nulo lo que dificulta el acceso de sus usuarios. En materia gubernamental, los servicios de interpretación son parte de las prestaciones de salud de acuerdo con Swiss Community

El romanche, por su parte, también está ligeramente oculto dentro de Grison, un cantón trilingüe que lo habla junto con alemán e italiano. “En las escuelas (de los Grisones) se enseña el romanche y el italiano-alemán”, apunta Anita. “Allí sí están implementando una política de preservación del idioma porque los jóvenes no crecieron con él, mientras sus abuelos aún lo hablan como primera lengua”. Existe un esfuerzo además para conservar sus radios y televisiones autóctonas, sin embargo el tener 20 variantes del mismo dialecto complica su persistencia. «Cada idioma que se pierde es una cultura, una percepción del mundo» finaliza Trembley. •

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